Acabar con la violencia sexual en los conflictos: romper el ciclo, sanar las heridas y construir un mundo en paz

Declaración de la Dra. Natalia Kanem, Directora Ejecutiva del UNFPA, en el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Sexual en los Conflictos (19 de junio)

En casi todos los conflictos de todas las regiones del mundo, la violencia sexual va en aumento: es un arma de guerra que se utiliza cada vez con más frecuencia para aterrorizar a las mujeres y niñas.

El trauma físico y psicológico resultante daña las vidas de las sobrevivientes y se extiende a familias y comunidades enteras, con repercusiones que se prolongan durante generaciones.

La violencia sexual no es un daño colateral inevitable de los conflictos, sino una violación flagrante de los derechos de las mujeres y de su autonomía corporal. Es un delito y hay que ponerle fin.

Cada vez más, las organizaciones de mujeres y las propias sobrevivientes han dado un paso al frente con valentía para contar sus historias y pedir justicia, incluso cuando alzar la voz y defender sus derechos puede ponerlas en mayor peligro.

Sin embargo, demasiados casos siguen sin denunciarse y es poco probable que los que se denuncian sean juzgados, ya que sistemas judiciales inadecuados fallan al no hacen cumplir las leyes contra la violencia sexual, cuando estas existen. Las sobrevivientes son silenciadas por el miedo, el estigma y la falta de servicios de apoyo, mientras que los perpetradores quedan en libertad.

Mucho se ha hablado sobre la urgencia de poner fin a la violencia sexual en los conflictos, pero no se ha hecho lo suficiente. Las sobrevivientes necesitan apoyo, protección y justicia y se debe acabar ya mismo con la impunidad. 

Lamentablemente, mientras los conflictos y la violencia siguen aumentando, los recientes recortes de financiación a nivel mundial han destruido los programas de prevención y respuesta a la violencia de género. En un momento en el que estos servicios deberían ampliarse, muchas organizaciones de todo el mundo se han visto obligadas a reducirlos o suspenderlos. Y esas consecuencias las sufrirán millones de mujeres y niñas.

En este Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Sexual en los Conflictos, es esencial no dejar que se apaguen las luces para las mujeres y las niñas. ¿Qué significa esto? En primer lugar, significa financiar completamente los  servicios integrales, vitales y centrados en las sobrevivientes de salud sexual y reproductiva, salud mental y apoyo psicosocial, asistencia jurídica y espacios seguros y confidenciales para la sanación y la denuncia, sin vergüenza ni culpa. En segundo lugar, las sobrevivientes de violencia sexual en los conflictos deben desempeñar un rol de liderazgo a la hora de determinar las vías de recuperación y reparación por los delitos cometidos contra ellas. Por último, debemos invertir en la prevención de los conflictos desde el principio.

Es hora de trabajar juntos, con la urgencia necesaria, para que la eliminación de la violencia sexual en los conflictos no sea una idea secundaria, sino el primer paso hacia un mundo en paz; un mundo seguro, justo e igualitario para las mujeres y niñas… y para todas las personas.